Estamos acostumbrados a ver a las carpas nadando en las orillas arenosas de los embalses, así como en las pozas de los ríos caudalosos, allí donde las aguas están más tranquilas, buscando en el lecho de éstas, larvas y ninfas de pequeños invertebrados.
Su fisonomía está adaptada para remover los fondos de arenas o fango para lo cual disponen de una boca retráctil y largos y fuertes bigotes bajo su mandíbula inferior que facilitan esta acción y les permite filtrar y tomar su alimento.Su pesca a mosca esta minusvalorada, habiendo sido considerada por muchos pescadores un pez de segundo orden, que solo en situaciones excepcionales presta nuestra atención. Es en esos momentos donde, de forma mayestática irrumpe en la superficie del agua provocando dorados destellos, para tomar pequeños insectos terrestres o incluso emergentes de efémeras o dípteros, cuando muestra todo su potencial para tentarla con nuestra caña de mosca, en superficie y a pez visto.
Por lo habitual me acercaba a embalses hacia final de la estación estival a tentarlas con pequeños terrestres, hormigas o escarabajos, desde las orillas, buscando esa silueta o reflejos que identificaran a las carpas en busca de alimento.Pero en algunas ocasiones, no respondiendo a ningún patrón, ni estacionalidad, se veía en las zonas centrales de dichos embalses, como el agua se agitaba con el ataque de depredadores. Hasta no hace mucho, identificaba estos ataques a los Black Bass o incluso algún Lucio (Pike) tras los “peces pasto” que habitan estas aguas.Pero fue en este último verano, gracias a la pequeña embarcación de mi amigo y compañero de aventuras Carlos Cifuentes, cuando pude adentrarme en el embalse y, aunque la finalidad de mi día de pesca no eran las carpas, presenciamos uno de esos momentos donde el agua se agitaba y los pececillos huyen despavoridos dando saltos, y los responsables no eran los habituales depredadores, sino esas carpas de aspecto pesado y desplazamientos lentos, que se habían transformado en torpedos que surcaban la superficie en busca de los bancos de alburnos provocando violentas sacudidas en el agua.Sin pensarlo dos veces, buscamos entre las moscas que teníamos a bordo y optamos por presentarles pequeños poppers blancos. Lo primero y evidente era la localización de la carpa en superficie, en ocasiones fácil pues iban dejando una estela en su trayectoria que las identificaba, incluso, en ocasiones, asomando parte del cuerpo del agua lo que provocaba dorados reflejos que a modo de faro nos indicaban su posición y trayectoria. En otras ocasiones teníamos que estar atentos al comportamiento de los pececillos, huidas rápidas y alborotadas o saltos en superficie, para inmediatamente identificar un poco más profundo esa silueta inequívoca de la causa de su comportamiento.
Erramos numerosos lances, pues nunca habíamos pescado carpas con esta técnica al desconocer este comportamiento tan agresivo, pero tras varios rechaces y ataque fallidos, empezamos a comprender dos cosas, la primera es que no querían presentaciones sutiles, sino que nuestra mosca debía presentarse en su trayectoria y golpear el agua, a modo de pez que huye sin remilgos, y la segunda, y más importante, es que, al revés que sucede con otros depredadores, la mosca justo en el momento del ataque debía carece de movimiento, como si se hubiera quedado petrificada ante el ataque de su depredador.
La mañana se sucedió con numerosos ataques y un buen número de capturas, y he de confesar, que este pez me cautivó de tal manera que sólo estoy esperando el momento de que el calor vuelva de nuevo y pueda repetir esta experiencia, que os aseguro fue increíble, y no solo por la pelea que presentaban y la forma de tomar la mosca, sino también por lo inusual de este comportamiento, que no solo se producía en las carpas comunes, sino también en la carpa royal.
Con posterioridad he tenido la ocasión de comentar con algún amigo que pesca ciprínidos en otras zonas de España y, aunque si conocen algún ataque de carpa ya de tamaño considerable, no habían presenciado nunca esta forma de alimentarse en carpas de todos los tamaños y de forma tan agresiva.Como ávido consumidor de videos, podría comparar la forma de atacar a la de los redfish, si bien éstos si requieren que el popper mueva agua, así como en su forma de luchar, muy potente en los primeros arranques y luego simplemente, ofreciendo resistencia sin presentar carreras ni movimientos violentos.
Os dejo, además de algunas fotografías de las capturas realizadas, un pequeño vídeo ilustrativo de este comportamiento, pidiendo disculpas por la calidad del mismo…., en la próxima ocasión iré preparado para poder ofrecer la belleza de esta modalidad de pescar carpas, si la fortuna me permite disfrutar de un día así, claro.